AGIOPIMA
Es de anotar que desde los años 2005 nos dimos en la tarea de auscultar más sobre los bellos misterios de la naturaleza y su poder mágico y saludable sobre la humanidad; cuando a una parte de ella de manera humilde acudimos como es la flora, para que nos arrope con su manto abrasivo, afectivo y curativo de la salud.
Así dimos el primer paso, que fue el de asimilar mucho conocimiento sobre algunos medicamentos que nuestros ancestros venían produciendo desde la corteza y demás contenidos de las plantas y su aplicación en la humanidad -porque también sirve en la veterinaria-, dejándonos verdaderamente atónitos, anonadados, desconcertados al no comprender como todo lo que la humanidad necesita para salvar su vida y bienestar, siempre lo ha tenido ahí con él, pero que por desconocimiento de causas, muchas lágrimas, dolor y ausencia de seres queridos ha tenido que verter y soportar de manera ya irremediable.
A sabiendas de que ésta alternativa no riñe con los conocimientos científicos o convencional -como le denominan otros a lo asimilado y aplicado por el médico graduado en la academia-, ya que la tecnología y sus conocimientos es mucho lo que pueden aportar al momento de salvar una vida aunque muchas veces en cuanto al diagnóstico se refiere allí tardan demasiado para darlo después de una tortuosa y prolongada faena de exámenes, citas, madrugadas, rabias con las EPS´s que no autorizaban -¿autorizarán ahora si todo?- mientras que por el lado de la Medicina alternativa acudiendo a la convicción del veterano que se propone salvar una vida y a aquello de la “malicia indígena” puede el diagnóstico para bien o para mal, tardar tan solo segundos en saberlo.
Profundizamos entonces en acceder más y más a los enmarañados, reconfortantes y saludables conocimientos del saber milenario de nuestros ancestros, a la vez que implementábamos sobre la población estos conocimientos, aplicándoles los productos ya en el mercado, que muchas veces fueron estigmatizados no solo por el gobierno, sino por los laboratorios productores de medicamentos a través de los médicos convencionales, por el temor a versen reducidos en su credibilidad y no “era justificable” que habiendo invertido tanto dinero, tiempo en adquirir sus conocimientos, fueran desplazados por una persona que quizá nunca fue ni a la básica primaria y por el otro lado, que los medicamentos de aquellos laboratorios se estancaran sus ventas debido a los costos exorbitantes, comparados con los centavos que le cuesta a un paciente de la medicina alternativa, garantizar de una salud digna.
Sin embargo, en una ligera jugada del ajedrez por la longevidad, belleza y salud de nuestros semejantes; conocedor de que el empirismo es también el resultado de una constante asimilación de “clases” en la bella escuela y universidad de la vida y que su conocimiento y veracidad es irrefutable ante cualquier letrado o académico de la sociedad; nos dimos en la tarea en lo personal a asimilar también el conocimiento de la academia desde la universidad, conjugando estos dos bellos conocimientos al momento de que en “mis manos y sabiduría” esta la oportunidad de salvar una vida ante la mirada atribulada de un doliente que a su lado le hace compañía a nuestro paciente y la de éste que aunque muchas veces sin poder musitar palabra alguna, con su gesticulación corporal y algo de la mirada que le queda, nos grita: ¡no me deje morir!
Nace la necesidad entonces, de que aparte de los conocimientos ya adquiridos sobre los prodigiosos valores de la naturaleza y su aplicación; había que entrar a la parte de cosecha garantizando así en primera instancia la prolongación de ciertas especies nativas que por su explotación sin reposición, se han venido agotando al punto de muchas haberse extinguido y en segunda instancia, la de generar formas de vida para otras personas incluso familias con el valor agregado de su laboriosidad en el campo, cosecha y demás.
Allí no podía quedarse la aplicación de un proyecto que la humanidad valora y valorará aún más; por lo que vi la necesidad de que para que el campesino tenga dividendos económicos sobre su cosecha, se deben impulsar centros de acopio y comercialización de sus semillas y es como llegamos a nuestro tema en el día de hoy.
De tantas valiosas plantas en la naturaleza, encontré una de ellas de origen andino, de la Amazonía Peruana llamada SACHA INCHI, de la cual encuentran más información en nuestra sección que lleva su mismo nombre en nuestro portal AGIOPIMA.
Al descubrir esta prodigiosa planta denominada SACHA INCHI y sin olvidar las demás, sus aplicaciones y satisfactorios resultados, necesitaba entonces aprender más sobre ella llegando a conocer tanto de sus invaluables alcances y logros, que pasamos a impulsar el cosechadero de la misma pasando por la industrialización en distintas ramas, variedades o ejes, -presentaciones- para llegar a la aplicación en nuestros pacientes y la comercialización que ya trascendió las fronteras del Caquetá, dándole entonces el nombre de AGIOPIMA, para diferenciarnos a tantos productos similares ya en el mercado local, regional, nacional e internacional.
No se necesita de capitales ni muchos doctorados científicos, si de verdad se quiere contribuir con el bienestar y vida digna de nuestra sociedad; sino la humildad y el conocimiento de las bondades de la naturaleza en su prodigiosa aplicación, para salvar una vida.
Por eso, nuestra meta es continuar “enriqueciéndonos” con el bello bagaje del conocimiento ancestral en la medicina ancestral y seguir contando con usted como el más bello e imprescindible baluarte para nuestro proyecto ya no solo de una persona inspiradora sino de la sociedad, como nos lo proponemos a través de AGIOPIMA.
AGIOPIMA es nuestra marca registrada, por lo cual queda rotundamente prohibida la utilización total o parcial de nuestros logos o comentarios en la misma.
Naismyth Javier Chavarria Arango
Representante Legal